Había una vez un cinco de febrero... cuando a un niño llamado Manuel se le ocurrió escalar un barranco sin cuerda. Empezó a descender y se quedó atrapado entre unas zarzas. Consiguió llegar abajo. De momento había silencio, pero escuchó un ladrido, de repente le seguía un perro, pero le tiró una piedra y llegó sano y salvo.
FIN
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