Érase una vez una cueva donde habitaban miles y miles de dragones, había unos que nadaban, otros que volaban y otros que andaban.
Pero un día el Rey de los Ogros los echó.
No murió ningún dragón y muy furiosos fueron al Castillo del Rey Ogro.
Los dragones de agua por el río nadando, los de aire volando, y los de tierra caminando.
El rey no los quiso ver, pero no sabía que los dragones eran más listos que él, y se escaparon para poner muchas trampas.
Las trampas consistían en llamar a una manada de águilas, amigas suyas, para que les ayudaran, lanzaron su red sobre los ogros, la otra era que los tiburones le enseñaran sus dientes y los ogros salieran corriendo a toda pastilla.
La ultima eran unas serpientes de cascabel, con unos dragones de Komodo, para asustarlos por tierra.
Al final los dragones consiguieron que los ogros se marchasen para siempre y así recuperaron Dragolandia.
FIN...
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