Mi vecino tenía un perro que se llamaba Juan. Juan no ladraba y solo hacia un pequeño ruido que me hacía mucha gracia, cuando lo veía venir hasta mí.
Era alegre y jugaba con los niños, nadie se asustaba porque no ladraba, y un día mi vecino lo llevó al veterinario y le dio un jarabe mágico y Juan volvió a ladrar.
FIN
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